TOSAR GRANADOS: UN GENIO GENIAL

Manolo-Tosar-Granados

Un genio genial. Este titular puede parecer demasiado informal para una entrevista realizada a uno de los pintores más reconocidos del panorama español. Pero es que es así, por demasiadas razones.

Cuando te topas en el diccionario con el significado de genio encuentras esto: «capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas y admirables» No podemos decir lo contrario de un hombre capaz de pintar la luz con sus pinceles, creando un estilo propio y muy personal en un espacio-tiempo donde se supone que ya está todo inventado.

Y ¿Genial por qué? Vámonos otra vez a la RAE: «Placentero, que causa deleite o alegría» También es así. Pasar un rato con Manolo Tosar te transporta a un lugar desconocido. Piensas de repente ¿cómo es posible que alguien así pueda ser tan cercano, agradable y divertido? Él te acerca la cultura con palabras de a pie, no necesita que le estés reconociendo constantemente su nivel como artista y no hace guetos a la hora de codearse con las personas que se asoman a su vida. Porque sí, vivimos en un mundo donde hay muchos artistas con ideales aparentemente comunitarios pero que viven en grandes chalets y sólo se relacionan con personajes que consideran, están a su nivel.

Lo de Tosar se llama humildad, por eso, cuando él divaga en voz alta, se te abren los ojos como platos y sientes un enorme entusiasmo por la vida. Entonces llega la admiración y las ganas de saber más, para descubrir después algo que ya se sabe. La vida de un pintor no es nada fácil ¿Quieres conocerla? Vamos a ello.

¿Un artista nace o se hace?

La pintura comunica o no. Se tiene talento o no. Es lo que distingue al creador del trabajador sin alma. Es como un espíritu que flota, que está ahí y cualquiera no es capaz de captarlo y transmitirlo.

Cuando somos niños todos somos geniales y naturales. Somos espíritus libres sin el condicionamiento de los mayores y por eso no tenemos dificultad para expresarnos, pero sin oficio. Yo fui uno de esos niños. En mi caso además tímido e introvertid. Me refugiaba en mí mismo y me expresaba a través de mis dibujos.

Entonces ¿En qué momento uno decide ser artista?

Quien verdaderamente siente la vocación por ello, continúa.

¿Lo es usted?

Tengo la aspiración o es lo que pretendo.

Y en tu caso ¿Cómo fue eso de «continuar»?

Nunca lo tuve fácil. Mi padre murió cuando yo tenía meses. El Ayuntamiento de Rota me ayudó. Tenía sólo 15 años cuando me fui a Sevilla a estudiar Bellas Artes.

Allí me apodaron «El niño de Rota» ya que para estar allí era necesario haber pasado la secundaria y la edad mínima para acceder  era de 17 años. Así que la falseamos, pero entre compañeros no coló.

Entonces ¿Cómo te acogieron?

Pues mi cojera les produjo ternura, siempre me sentí integrado

¿Tienes algún recuerdo divertido de la época?

Pues, al poco de llegar tenía que hacer desnudos y me pusieron en primera fila. Imagínate con 15 años y con las hormonas revolucionadas (ríe)

¿Años fáciles o difíciles?

Pues para continuar el segundo año necesitaba una nota muy alta para obtener una beca del Estado, así que no pude dedicarme a otras labores que no fuera estudiar.

¿Y cuando acabaste qué pasó?

Pues tenía dos opciones. La primera, la más cómoda, era la de ser profesor. Además yo con mi minusvalía lo tenía fácil porque siempre hay plazas reservadas para estos casos.

Sin embargo, Don Miguel Pérez Aguilar, profesor de la Escuela de Bellas Artes, nos reunió a tres alumnos y nos animó. Nos dijo que merecía la pena que lo intentásemos como artistas, porque teníamos facultades. Y le hice caso.

¿Y cómo fueron esos comienzos?

Pues en los años 60 me dediqué a hacer retratos. Me iba con mi caballete casa por casa buscando clientes que quisieran retratos.

Entonces, digamos que expresar tu arte con libertad no ha sido fácil…

Pues no, me casé y tuve tres hijos, así que mi independencia de artista me ha hecho renunciar a veces a mi estilo.

A ver, cómo te lo explico. Como diría Ortega y Gasset, yo soy yo y mis circunstancias. Hay artistas que han tenido circunstancias favorables y otros que no. Pongamos como ejemplo a Velázquez. Al margen de su talento, sus circunstancias fueron favorables y su estrella fue tomando fuerza.

Ingresó en el Taller de Francisco Pacheco, quién le tomó mucho cariño y lo casó con su hija. Éste a su vez era muy amigo del Conde Duque de Olivares, mano derecha del Rey Felipe IV. Esta serie de circunstancias y casualidades lo llevó a trabajar en la Corte y desarrollar su arte.

Esa estrella de Velázquez no la tuvimos todos. Mi corte fue cada uno de los clientes que me fueron comprando cuadros. Abogados, médicos y gentes amantes de la cultura, de clase media pero con poder adquisitivo limitado.

¿Qué motivos encontramos en tu arte?

Para mí, reflejar un grupo de figuras no es más que un pretexto para colocar mis colores. No es más que un escenario

Te llaman el pintor de la luz ¿De dónde viene este nombre?

Siempre he tenido predilección por los blancos de Andalucía. En Madrid predominan los ocres y los grises por muy bonito que fuese el cielo. Es cierto que en la distancia se quiere más a la tierra. Quizás por esa nostalgia en mi obra predominan los blancos.

¿Y qué otros colores podemos encontrar en tu obra?

Cuando la Dirección General del Sahara era español estuve unos meses allí y extraje un reportaje grandísimo. Allí predominan el negro y el azul.

En mi obra se refleja mi estancia allí. He ubicado en el desierto muchas figuras, curas, sacerdotes, señoras con paragua que recuerdan a las señoras de Soroya o un Cardenal.

¿Y tu etapa de mayor esplendor?

A los 40 años toqué el cielo. Expuse en Nueva York y muchos medios se interesaron por mi obra y publicaron artículos maravillosos sobre mi obra. Mis cuadros también llegaron a Japón a través de un marchante español que los vendía a uno Japonés y los exponía allí.

Pero claro,  lo importante no es llegar a la cumbre, sino permanecer, y tal vez yo no gestioné bien el éxito.

¿Sabes de personajes notorios que tengan obras tuyas?

Es difícil de saber ya que las galerías procuran que no tengas contacto con quién te compra el cuadro. Actúan más como tienda que como representante del artista.

Pero me han contado que en la Galería de Nueva York compró uno Steven Spielberg o Karl Reinosh. También adquirió uno Adolfo Suárez o el hermano de Federico Trillo.

Tosar, eres muy querido y reconocido en la profesión

Sí, creo que con mi forma de pintar he creado mi marca, que se copia en muchas escuelas. Me relaciono tanto con artistas de reconocido prestigio como con quienes se están iniciando. Me sorprende la estima que me tienen. Incluso hay poetas que han escrito sobre mi obra, como puede ser Ángel García López o Felipe Benítez Reyes.

Y tras tu trayectoria ¿Te sientes satisfecho?

No plenamente. He hecho un gran esfuerzo por superar la servidumbre de quien vive de esto.

Lo ideal sería vivir para la pintura y no de la pintura. Si se dan las dos cosas hay algo que falla porque de algún modo tienes que acceder a los deseos del cliente.

Que un cliente te pida un Tosar Granados es a lo máximo que se puede aspirar. Ahí tendría total libertad creativa.

¿Y sigues pintando?

¡Claro! El artista es un emprendedor más que tiene que morir con las botas puestas. La pintura como oficio se mantiene con el trabajo diario. Sin embargo, la obra de arte redonda no sale cuando estás trabajando, sino cuando quiera salir pero… ¡Cuando llegue la inspiración que me coja trabajando! Por eso sigo yendo todos los días al estudio.

Y aquí termina esta historia de valor, de lucha, de humildad y de sinceridad. Termina esta historia y continúa su vida, muy lejos del ideal de artista que se nos dibuja en nuestra mente. Sin embargo, al margen de trayectorias dificultosas como las de cualquier ser humano, cuando alguien  tiene un Tosar en su poder, conquista la vida.  Un halo de luz inunda la estancia donde lo ubicamos. Llega el bienestar, llega la calma, tienes su impronta y entonces…te sientes únic@.

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