Hogar dulce hogar
Cuando era pequeña no pensaba en el concepto “hogar” sino en mi casa. Algunos dirán, ¿y no es lo mismo? No, no lo es. Tardamos años en aprender cual es la diferencia y en darnos cuenta que a veces ni siquiera era nuestra casa (era del banco). Cuando somos pequeños tendemos a poner el “mí” posesivo delante de muchas cosas. Pensamos que casi todo es nuestro e incluso el mundo. Luego con los años vemos una realidad bien distinta. Un hogar no se puede comprar, pero se debe forjar. El ingrediente más importante para labrarlo es el amor pero debemos condimentarlo con sensatez, una buena dosis de diversión, litros y más litros de paciencia….. Muchas veces es dónde se encuentre una persona, aquella que le da sentido a nuestra vida y entorno a ella se forma ese lugar tan especial dónde nos sentimos a salvo y queridos. Si tenemos a esas personas, da igual si vivimos, en un palacio, en una casa o en diecinueves metros cuadrados. Con esto quiero deciros que a veces le damos demasiada importancia a los edificios que nos rodean más que a las personas. Y lo importante en la vida son esos seres queridos que hacen que cualquier casa o piso se convierta en mucho más que eso…. Se convierta en un hogar, en un lugar que no tiene precio, ni tendría sentido sin ellos.